De inmediato la luz se apagó y bajó a la sala. En sus manos traía papel de regalo, cinta adhesiva y unos productos de belleza (cremas, jabones y esas cosas).
Yo le pregunté, cuando ya estabamos los dos en el sofá: "¿Qué estás haciendo?". Y ella me dijo, mientras se levantaba nuevamente, ahora para buscar las tijeras, "Ay hijo, el intercambio de regalos".
Mi mamá es de las personas que no les gusta hacer intercambio de regalos. Siempre me dice que si alguien quiere regalar debe hacerlo, pero no con la intención de recibir un obsequio por dicha acción.
Si me pongo a pensar, a mí tampoco me gustan los intercambios de regalos. Solo lo hice mientras estaba en el colegio, y era obligatorio en ese tiempo. ¿Por qué no me gusta? Veamos.
Por lo general me gusta regalar algo que sé que va a ser útil a la persona que lo reciba. En un intercambio, por lo general al azar, te toca increíblemete ese compañero o esa compañera que tú conoces poco, y que debes averiguar sus gustos en pocos días para comprar el regalo indicado. Recuerdo que tenía que escribir cartas anónimas y contactar "anónimamente" con sus mejores amigas o amigos para tener una idea de qué regalar.
Si nos vamos al lado del interés (no es mi lado, pero pasa), ocurre siempre que tú te esmeras por comprar un súper regalo (averiguaste que quiere tu amigo y te esfuerzas por conseguir ese regalo como sea), y luego terminas recibiendo un regalo poco trabajado (de esos regalos que parecen que acaban de comprarlos y envolverlos).
Pasada la época de colegio, no he vuelto a hacer intercambio. Esperen, eso no es del todo cierto. Un año después de salir del colegio, un año antes de entrar a la universidad, la familia hizo un intercambio. Curiosamente regalé un polo y recibí un polo. Cosas de la vida. Pero de ahí, no he vuelto a intercambiar regalos.
Mi idea sobre la navidad es regalar lo que quieras dar a las personas que desees. No regales para que te den algo a cambio o condiciones tu regalo al regalo que la otra persona pueda hacerte. Sé feliz.
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