La primera vez que veía una película a medianoche, en su estreno. Todo parecía que iba a ser genial. Aunque tuvimos que esperar en la cola como un par de horas, ni bien entramos a la sala nos preparamos con todos mis amigos a vivir una aventura cinéfila de madrugada. La película: Annabelle. Estreno terrorífico a medianoche. Genial.
Pero al final lo que se convirtió el estreno de terror fue en un ambiente tenso, conflictivo, burlesco y hasta divertido, por momentos. Antes de empezar y en medio de los avances de películas por estrenar, se suscitó una ligera discusión en la fila delante de nosotros, aparentemente por quien había llegado antes a ocupar los sitios.
Una chica se había sentado en medio de la fila, negándose a moverse. Los otros, alrededor de ella, intentaban decirle que ella estaba en un sitio ya ocupado por una amiga del grupo, pero la chica hizo oídos sordos y mantuvo su posición de haber llegado primero y por tanto no se iba a mover ni para comprar algo de la dulcería.
La ligera bronca, hasta ese momento, con algunas minimizaciones, negaciones y terquedades, acabó, o así parecía, con el reacomodo de los demás involucrados. Todo parecía bien, luces apagadas, comienza la película. Qué emoción. Llegó la hora.
Voy a tratar de no hacer “spoiler”, solamente quiero graficar el momento exacto que sucedió. Antes de la aparición de la muñeca y en la primera escena de la feliz pareja junto a la cuna de la futura bebé, veo una silueta pequeña moviéndose frente a mí. Cambiando de una fila anterior a la fila delante de mí. Fila donde está la chica que ocasionó la ligera discusión.
La silueta pequeña avanza con intención de sentarse, en el camino encuentra al muchacho, uno de los amigos que había estado reclamando a la chica en cuestión que se moviera. Un empujón de parte de ella, él le arroja pop corn y se armó la pelea. El muchacho se sale y entran sus amigas.
Las chicas comenzaron a pelearse, agarrarse de los cabellos con dureza e insultarse. Encendieron las luces, pero eso no significó nada. Ni los abucheos, ni los reclamos de los asistentes para que pararan, pudieron con todas ellas, que seguían enfrentándose. No les importaba sujetarse la ropa, corriendo el riesgo de mostrar un poco más de piel. Lamentablemente eso no sucedió, para mi mala suerte.
Los trabajadores del cine tuvieron que entrar. Y elevando la voz y dejando escapar uno que otro insulto, controlaron la situación. Las revoltosas fueron sacadas, ante los aplausos de todos. Todas estas escenas corrieron, mientras que en la pantalla, la película seguía su camino como si no hubiera pasado nada. Al fin de cuentas, ¿Qué sabe el proyector de peleas? Máquinas.
Se hizo lo que mejor se podía hacer: repetir la película. Nuevamente, luces apagadas y todo desde el inicio. Con varios asientos libres en la parte de adelante, gaseosa derramada por todo el piso y pop corn encima de los sitios vacíos, volvimos a alistarnos para ver el esperado estreno.
Algunos golpes de sonido, impactantes tomas, y música que ponía un ambiente muy bueno. La película corría con normalidad y la estábamos pasando bien. No asustados, pero bien. Cuando sucedió lo peor.
Y acá un nuevo “spoiler”. Esa foto del símbolo que le entregan a la chica. Parecida a una “A”, ni bien apareció, la máquina cayó. Se terminó todo. La imagen se detuvo, y aunque por algunos segundos pensaba que podía tratarse como parte de la película, era evidente que el supuesto “aditivo”, solo era un error del proyector.
La pantalla blanca apareció y las pifias comenzaron a bajar en la sala. Las luces seguían apagadas, pero no había película que ver. Reviso mi móvil, son casi las 02 de la mañana. Nos quedamos esperando que se solucione todo.
De pronto entre tanta pifia y sarcasmo por parte de algún que otro asistente, la pantalla como si tuviera vida propia nos taladra los oídos con un intolerable y molesto ruido monótono. ¿Annabelle estará detrás de esto?
Unos minutos más, las luces ya encendidas, todos estamos a la espera de algo más desalentador que cualquier cosa positiva. Algunos curiosos van a preguntar qué sucede. Las respuestas son fulminantes. Resulta que el proyector ha sufrido una falla, la película no se verá más y se acabó la función de medianoche.
Así de simple. Fin del estreno. El esperado estreno, que en realidad fue mitad de película, un poco de pop corn y una bebida fría. Eso sí, muchas peleas, bromas, insultos y apodos a los trabajadores del cine.
Así viví mi primer estreno a medianoche. Arruinaron la película, que por supuesto voy a ver otra vez, pero con la mitad de la historia ya aprendida.
Pero sin duda todo esto me deja de mensaje, que tengo que comprar como sea una nueva cámara. Porque no puede ser posible que todo lo sucedido hoy lo haya perdido de poder mostrarlo. A veces las letras no son suficientes y sé que ahora una imagen o un clip serían mucho más explicativos, pero ya será para la próxima pelea en un estreno a medianoche. Cruzando los dedos para que sea en el próximo al que vaya.
Simplemente me queda agradecer a mis amigos por acompañarme en esta aventura de madrugada. Buenas o malas situaciones, si las vives con tus mejores amigos, siempre serán divertidas.
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